Es un tema de su suma importancia, en una época donde “…por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24:12). En 2 Timoteo 3:1-7 se describe la actitud que el género humano tendría en los últimos días. Al analizar el versículo 2: “Porque habrá hombres amadores de si mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos”- podemos deducir que todos los adjetivos mencionados, dicen estrecha relación con el egoísmo. El RAE define el egoísmo como un: Inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse del de los demás. Vivimos en esta generación del egoísmo; donde cada vez resulta más difícil demostrar un amor desinteresado por nuestro prójimo. ¿Que podríamos responder a la pregunta que Jesucristo hace a Simón Pedro en Juan 21:16? – ¿me amas?. La respuesta de Simón Pedro fue: - Sí, Señor; tú sabes que te amo. Ante esta afirmación , El Salvador le dijo: -Pastorea a mis ovejas-. Jesucristo le enseñó a Pedro la esencia del mensaje Cristiano; el amor al prójimo.
Muchos jóvenes judíos eran capaces de recitar el Shema, de memoria; ¿pero cuantos eran capaces de entenderlo?. Las escrituras nos enseñan que es imposible servir a dos señores (3 Nefi 13:19-21; Mateo 6:24). No podemos aprender a amar a los demás; sin sacrificarnos nosotros mismos en pos del amor fraternal; y es precisamente el servir una misión; el sacrificio que el Señor espera de sus jóvenes en estos últimos días. Además es imposible buscar la neutralidad o la tibieza (Apocalipsis 3:15); nuestra posición como santos de los últimos días debe ser pro-activa. Muchas veces he escuchado de jóvenes que oran para saber si deben servir una misión de tiempo completo o no. Esto es preocupante; ¿será procedente orar para saber si debemos cumplir un mandamiento?. El mandato profético es imperativo en el caso de los varones; “Por tanto id y haced discípulos a todas las naciones..” Mateo 28:19-20. Como descendientes de Abraham e hijos del convenio es nuestro deber cumplir con la misión de llevar el ministerio y sacerdocio a todas las naciones ( Abraham 2:9)
Pero ¿Qué sucede en la práctica? Muchos jóvenes caen en la misma disyuntiva del joven rico ante el llamado del Salvador; “Si quieres ser perfecto anda, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme…oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones”. Siempre que leo este relato, pienso en aquellos jóvenes que teniendo “muchas posesiones” como; expectativas laborales; posibilidades de becas estudiantiles, proyectos personales etc. Se alejan tristemente al llamado del Señor para ser misioneros regulares de su iglesia. Es interesante notar, que jurídicamente la posesión; no siempre coincide con el dominio. El poseedor se considera dueño, pero no siempre lo es. En estricto rigor; todos somos poseedores, ya que, todo lo que tenemos pertenece a Dios. Él es el titular del derecho de dominio.
Amulek en el libro de mormón es un ejemplo en cuanto al sacrificio. Luego que sirvió fielmente una misión junto a Alma, fue altamente probado (Alma 15:16); incluso fue rechazado por sus amigos, padre y parientes. Sin embargo el Padre no lo dejó solo (Alma 15:18) y lo bendijo por su servicio abnegado. ¿Qué riesgos se corre al permanecer en casa?. Cuando David pecó con Elizabeth, su mayor error fue quedarse en Jerusalén y no salir a luchar con los otros reyes. Prefirió quedarse en casa, en vez de cumplir con su deber. (2 Samuel 11:1-27)
Es necesario que hagamos una pausa en nuestra vida y nos preguntemos ¿estoy dispuesto a poner al Señor sobre mis intereses personales?. Se nos promete que si ponemos al Señor sobre todas la cosas y somos obedientes al llamado misional recibiremos más felicidad que la que jamás hayamos experimentado ( PME. Pag.V)
Muchos jóvenes judíos eran capaces de recitar el Shema, de memoria; ¿pero cuantos eran capaces de entenderlo?. Las escrituras nos enseñan que es imposible servir a dos señores (3 Nefi 13:19-21; Mateo 6:24). No podemos aprender a amar a los demás; sin sacrificarnos nosotros mismos en pos del amor fraternal; y es precisamente el servir una misión; el sacrificio que el Señor espera de sus jóvenes en estos últimos días. Además es imposible buscar la neutralidad o la tibieza (Apocalipsis 3:15); nuestra posición como santos de los últimos días debe ser pro-activa. Muchas veces he escuchado de jóvenes que oran para saber si deben servir una misión de tiempo completo o no. Esto es preocupante; ¿será procedente orar para saber si debemos cumplir un mandamiento?. El mandato profético es imperativo en el caso de los varones; “Por tanto id y haced discípulos a todas las naciones..” Mateo 28:19-20. Como descendientes de Abraham e hijos del convenio es nuestro deber cumplir con la misión de llevar el ministerio y sacerdocio a todas las naciones ( Abraham 2:9)
Pero ¿Qué sucede en la práctica? Muchos jóvenes caen en la misma disyuntiva del joven rico ante el llamado del Salvador; “Si quieres ser perfecto anda, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme…oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones”. Siempre que leo este relato, pienso en aquellos jóvenes que teniendo “muchas posesiones” como; expectativas laborales; posibilidades de becas estudiantiles, proyectos personales etc. Se alejan tristemente al llamado del Señor para ser misioneros regulares de su iglesia. Es interesante notar, que jurídicamente la posesión; no siempre coincide con el dominio. El poseedor se considera dueño, pero no siempre lo es. En estricto rigor; todos somos poseedores, ya que, todo lo que tenemos pertenece a Dios. Él es el titular del derecho de dominio.
Amulek en el libro de mormón es un ejemplo en cuanto al sacrificio. Luego que sirvió fielmente una misión junto a Alma, fue altamente probado (Alma 15:16); incluso fue rechazado por sus amigos, padre y parientes. Sin embargo el Padre no lo dejó solo (Alma 15:18) y lo bendijo por su servicio abnegado. ¿Qué riesgos se corre al permanecer en casa?. Cuando David pecó con Elizabeth, su mayor error fue quedarse en Jerusalén y no salir a luchar con los otros reyes. Prefirió quedarse en casa, en vez de cumplir con su deber. (2 Samuel 11:1-27)
Es necesario que hagamos una pausa en nuestra vida y nos preguntemos ¿estoy dispuesto a poner al Señor sobre mis intereses personales?. Se nos promete que si ponemos al Señor sobre todas la cosas y somos obedientes al llamado misional recibiremos más felicidad que la que jamás hayamos experimentado ( PME. Pag.V)
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